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UN BORRACHO LO DEJÓ PARALÍTICO, AHORA BUSCA UN LUGAR DENTRO DE ROJOS CDMX

  • Con posibilidades de ir a NFL Europa su vida cambió de golpe.
  • Ahora, se le abre una nueva puerta oportunidad en los emparrillados.

El futbol americano es un deporte plagado de historia de superación y ejemplos de vida, tal es el caso de Luis Olea, jugador que por años vivió ligado a una silla de ruedas, por la inmovilidad de sus piernas, y que ahora busca un lugar dentro del roster de los Rojos de la Ciudad de México.

El objetivo de Luis es ser parte de la Temporada 2022 de Futbol Americano de México (FAM-YOX) y así retornar al deporte que por años vivió como su principal actividad.

Hace poco más de dos décadas, este ejemplar jugador se preparaba para debutar en la liga mayor, como parte de los Borregos Toluca del Tecnológico de Monterrey, era uno de los estelares refuerzos defensivos que tendría el equipo aquel año; pero un hombre ebrio rompió sus sueños y cambió su vida.

Era la etapa previa al inicio de temporada, vacaciones en las que decidió regresar momentáneamente a Mexicali, su tierra natal, para estar unos días con su familia.

Como buen hijo, durante esos días decidió trabajar para ayudar con el gasto familiar. Sin embargo, un día todo cambió. Comenzó a trabajar como repartidor, lo que ahora él mismo califica como “un error”.

“No tenía que arriesgarme, pero por mi ímpetu de trabajar para darle algo de gasto a mi mamá, se me hizo fácil entrar a trabajar de repartidor, por las dos semanas que iba a estar allá”, comenta Luis cuando habla recuerda aquellos momentos.

Mientras realizaba una entrega, un conductor en estado de ebriedad se pasó un alto y generó la acción que afectó al jugador.

Olea recuerda que se mantuvo consciente por unos minutos, pero al estar ya en la ambulancia, camino al hospital, entró en coma. Tiempo después, sus padres, ahogados en llanto, recibieron la noticia de que no había pronóstico de cuando podría despertar; podían ser horas, días o meses.

De manera sorpresiva, tres días después, Luis comenzó a demostrar que es un guerrero y despertó. Aunque de inmediato recibió un duro golpe. Estaba paralítico, había perdido toda

la movilidad de sus piernas de la cintura para abajo, tampoco podía mover la parte derecha de su cuerpo de la cintura para arriba. Estaba limitado al movimiento del brazo izquierdo y de la cabeza. Los médicos le dieron la dura noticia, no podría volver a caminar y si eso ocurría, habría secuelas fuertes. ¿Football? Ni pensarlo.

Con lágrimas en los ojos, intentó asimilar la noticia, no lo consiguió. Entró en una profunda depresión y su peso aumentó considerablemente durante el siguiente año. Movió la flecha de la báscula de los 100 kg a los 180 kilos.

Después de un año, se dio cuenta que se había abandonado a él mismo y decidió que su vida no podía terminar así, afirma que vivió “un acercamiento a Dios y se trabajó en perdonar” a la persona que lo había dejado así. Ambos aspectos lo hicieron despertar de su letargo y decidió tener un cambio de mentalidad, con lo que volvió a tener la pasión de regresar a la vida y al futbol americano.

Con la mentalidad y el espíritu renovados, inició una rehabilitación que si bien fue lenta, le ha resultado exitosa.

Basado en la máxima del futbol americano de que “hay que mentalizarse en una jugada a la vez”, fue poco a poco superando la terrible situación. Inició con ligeros movimientos en sus piernas, luego con algunos pasos, hasta que en 2008 logró volver a caminar.

Como si el accidente no le hubiera dejado secuelas, Luis comenzó a realizar solo fisicoculturismo, después el camino más tortuoso, ocho años para enrolarse en un equipo de softball, poco tiempo después el tocho bandera marcó su retorno a los campos de futbol americano y al deporte competitivo.

En silencio, seguía pensando que tenía una deuda en el emparrillado, por lo que estuvo determinado a volver. Luego de mucho trabajo y gracias al apoyo y motivación que le brindaron Manuel Padilla, jugador mexicano con experiencia en la NFL, y Abel Prieto, exjugador de Borrego de Toluca, lo logró.

Sus piernas, inmóviles por varios años, regresaron a los rudos entrenamientos y aunque, por edad ya no podía buscar un lugar en la liga mayor, ahora cuenta con la posibilidad de ser parte de un equipo profesional, siendo los Rojos de la Ciudad de México el conjunto que le ha abierto la puerta para buscar cumplir con dicha meta.

Sin temor a los retos, Luis Olea entrena todos los días con el resto del equipo y sabe que el objetivo será complicado, ya que compite por un lugar en el roster ante jugadores recién egresados de la liga mayor, varios más con amplia experiencia profesional, muchos con nivel de selección nacional y, por si fuera poco, frente a 16 jugadores extranjeros que tendrá este año el equipo.

Por ahora la estatura de este guerrero es de 112 kilos y su altura de 1.92, medidas que quedan cortas ante el tamaño de su corazón y su tenacidad. Se trata de una ala defensiva que busca vestir el jersey de los Rojos de la Ciudad de México, un equipo de grandes historias.

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